Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados

Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados

Publicado por: Facultad de Economía

Día para la Prevención de la Explotación del Medio Ambiente en la Guerra y los Conflictos Armados. 06 noviembre. A lo largo de la historia, hemos contado las víctimas de conflictos en términos de muertos y heridos, de ciudades destruidas y otros indicadores. No obstante, ha sido el medio ambiente un elemento que ha estado fuera del análisis. El resultado luego de un conflicto suele ser la contaminación de pozos de agua, bosques talados, suelos envenenados o animales sacrificados, todo ello con el fin de obtener cierta ventaja militar. En la presente nota, presentaremos los motivos por los que se conmemora esta fecha, luego el rol que tienen las mujeres con los recursos naturales en zonas de conflicto y, finalmente, los retos que aún se presentan para proteger al medio ambiente en situaciones de conflicto.

En primer lugar, este se conmemora desde el 2001. Mediante la resolución de la Asamblea General 56/4, se declara como Día Internacional, esto en razón de que, según la Declaración del Milenio, se resalta la importancia de salvaguardar la naturaleza en aras del futuro de generaciones futuras. Asimismo, porque los daños causados al medio ambiente en tiempos de conflictos armados, siguen afectando los ecosistemas y los recursos naturales muchos después de terminado el conflicto y a menudo se extienden más allá de los límites de los territorios nacionales (UN, 2001). Así, cabe preguntarse también sobre la relación entre el medio ambiente y los conflictos armados.

Como señala el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), al menos el 40% de los conflictos internos registrados en los últimos 60 años han tenido relación con la explotación de recursos naturales, tanto por su valor (madera, diamantes, oro, minerales, petróleo, etc.), como por su escasez (tierra fértil, agua y demás). Es así que el riesgo de recaídas en este tipo de conflictos por los recursos naturales se duplica con respecto a otras motivaciones (Naciones Unidas, 2018). En ese sentido, el Director Ejecutivo de ONU Medio Ambiente, Erik Solheim, presenta anotaciones muy importantes. Décadas de enfrentamientos en países como Afganistán, Colombia o Irak han llevado a una inmensa pérdida de recursos naturales. Puntos clave de biodiversidad en Colombia, República Democrática del Congo o Sudán del Sur han albergado refugio a grupos rebeldes, lo cual ha sido desastroso para la vida silvestre ya que se formaron diversos negocios ilegales (ONU Medio Ambiente, 2018). Dentro de este contexto, existe una relación compleja entre las mujeres y los recursos naturales en zonas de conflicto.

En segundo lugar, presentaremos un breve análisis de uno de los informes más importantes elaborado por la Alianza de la ONU sobre la Mujer y los Recursos Naturales en situaciones de Consolidación de la Paz. Cabe mencionar que existen trabajos que tratan el mismo tema, como From Conflict to Peacebuilding: The role of Natural Resources and the Environment (2009) o Protecting the Environment during Armed Conflict: an Inventory and Analysis of International Law (2009), pero nos centraremos en un informe realizado en 2013 por cuatro agencias asociadas a la ONU. A saber, el informe de Mujeres y recursos naturales: liberando el potencial para la consolidación de la Paz. Dicho informe considera que, en contextos de conflictos armados, a menudo tanto hombres como mujeres adoptan estrategias de afrontamiento que desafían las normas tradicionales de género. Generalmente, las mujeres asumen nuevos roles de gestión, ya sea realizando otras actividades para aumentar los ingresos familiares o simplemente pasan a sectores tradicionalmente masculinos. Específicamente, en un contexto de conflicto armado, según el informe, las mujeres han demostrado priorizar sistemáticamente el acceso equitativo a los recursos naturales (PNUMA et al. 2013, 10).

El estudio continúa con diversos estudios de caso, de los que resaltan Burundi y Colombia. En el primer caso, la firma de los Acuerdos de Paz de Arusha en el 2000 llevó a terminar décadas de inseguridad en Burundi. En el apogeo del conflicto, grupos de personas escaparon hacia el bosque de Kibira y causaron daños masivos al ecosistema. En respuesta a ello, la Asociación de Mujeres del Fondo para el Medio Ambiente de Burundi (AFEB) asumió el reto de replantar árboles nativos y de eucalipto, y gran porcentaje de los ingresos generados se invirtieron en iniciativas locales similares (PNUMA et al., 2013, 36). En el caso de Colombia, el acceso a la tierra ha sido uno de los motivos del conflicto durante años. En el marco de la violencia, grupos paramilitares despojaron a las mujeres de propiedades, animales y otros bienes agrícolas. Desde 1990, la Asociación de Mujeres Campesinas e Indígenas de El Zulia (AMUCI El Zulia) apoyó en la generación de medios de sustento de sus miembros y familia, y en 2016 fue aceptada una demanda que ha permitido una reparación colectiva por los daños sufridos como resultado del conflicto (PNUMA et al., 2013, 47). En ambos casos, han sido los grupos de mujeres organizadas las que han priorizado una mejor redistribución de los recursos naturales y apoyado una consolidación de paz.

En tercer lugar, aún existen diversos retos para prevenir la explotación del medio ambiente en situaciones como las que se ha descrito. De un lado, en cuanto al rol de la mujer, se debe promover la participación de las mujeres en las estructuras formales e informales de toma de decisiones y en los procesos de gobernanza relacionadas con la gestión de los recursos naturales, así como adoptar medidas proactivas para protegerlas frente a la violencia física relacionada con los propios recursos naturales. En ese sentido, la eliminación de barreras y crear condiciones propicias para desarrollar la capacidad de las mujeres para el uso productivo y sostenible de los recursos naturales (créditos, apoyo técnico, beneficios adicionales, etc.) es crucial (PNUMA et al. 2013, 51-53). Dicho de otro modo, es importante dejar de analizar a las mujeres en contextos de conflictos solo como víctimas, y darles el rol que de hecho tienen, es decir, uno más preponderante.

De otro lado, tomando como referencia otro documento del PNUMA, es necesario tomar en consideración tres puntos principales. Primero, se debe seguir desarrollando las capacidades de la ONU en materia de medidas de alerta temprana y de pronta actuación. Es decir, se tiene que reforzar la gobernanza de los recursos naturales. Segundo, abordar la cuestión de los recursos naturales y el medio ambiente como parte del proceso de paz y de mantenimiento de la misma. En los procesos de mediación la distribución de la riqueza es una de las cuestiones para determinar el logro o fracaso de un acuerdo de paz, y es donde el medio ambiente y los recursos deben tomar mayor importancia. Finalmente, aprovechar el potencial de la cooperación medioambiental para contribuir a la consolidación de la paz. En tanto los Estados utilizan y protegen sus recursos naturales, las cuestiones medioambientales pueden servir para mejorar el diálogo y fomentar la confianza entre los países (PNUMA, 2009). Así, es importante considerar que el medio ambiente y los recursos naturales no solo se deben y tienen que proteger, sino debemos aprovechar también su potencial para la consolidación de la paz.

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